Marihuana, Ciencia y Espiritualidad

La marihuana; tan amada por unos, tan odiada por otros. La llamada Ganjah, La Bless, La Yerba del Rey Salomón, Mota, María, y otros tantos apelativos y nombres.

Una planta con más de 2,500 años de relación con la humanidad. Considerada en la India, desde tiempos de los Vedantas, como una puerta a estados superiores de conciencia. Un fruto vivo de la tierra otorgado por los dioses para proveernos de un método para ampliar nuestra percepción del mundo. Una amplificación de nuestras emociones y todo nuestro interior. Utilizada por los Sabios Sufís de las estepas del norte del África como un humo sagrado para elevar los cánticos al nombre de Alá y un modo de entrar en trance. Una planta sin duda interesante.

Carl Sagan

El cosmólogo Estadounidense y escritor bestseller Carl Sagán era un psiconauta conocido y un acérrimo defensor de la planta. En palabras del psiquiatra Lester Grinspoon –escritor de Comunicación con inteligencias extraterrestres y La marihuana reconsiderada, sin dudas un defensor de los usos cada vez más sacrosantos de la planta– en una carta documentada en el libro del Dr. Lester; publicada bajo el pseudónimo de un tal Mister X ( Quien luego se dio a conocer que no fue sino el mismísimo Carl Sagan ) comenta:

«No me considero una persona religiosa en el sentido habitual, pero a veces existe un aspecto religioso cuando estoy flotando. La sensibilidad aumentada en todos los ámbitos me provoca una sensación de comunidad con aquello que me rodea, tanto lo animado como lo inanimado. A veces me sobreviene una especie de percepción existencial de lo absurdo y veo con una terrible certeza las hipocresías y artificios tanto de mí mismo como de mis congéneres. Y, en otras ocasiones, se da un diferente sentido del absurdo, una percepción juguetona y fantasiosa. Ambos sentidos de lo absurdo pueden comunicarse, y algunas de las subidas más satisfactorias que he tenido lo han sido gracias al intercambio de charlas, percepciones y humor. El cannabis nos aporta una consciencia que entrenamos durante toda una vida para ignorar, olvidar y desterrar de nuestras mentes.»


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Desde la época de los antiguos Chamanes, ya en la India –originaria de Asia– la Ganjah era venerada en los antiguos textos hindues; nombrada en oraciones y cantos afirmando que agilizaba la mente, hacía el cuerpo más longevo e inducia sueños. Tanto en el Rajya Vallabha como en el Arthavaveda no sólo se habla de la planta en consideraciones puramente médicas, señalandola numerosas veces como una planta otorgada por bendición de los dioses para que los hombres conservaran el deseo sexual, sino en afirmaciones que van desde  alcanzar la inspiración y perder el miedo hasta ser una poderosa planta que confiere Siddhis (poderes extraordinarios) a quien la consume. De hecho, no sólo mencionada como una de las cinco vías de la iluminación (Libro IV de los Yoga Sutra del Rig Veda Patanjali), en el Himno Nepalí a Shiva canta de esta manera:

Yo Te saludo a Ti, que sembraste

la primera semilla de ganja,

de la que crece mi conocimiento de Ti…

He dejado el mundo atrás

y mirando hacia mi interior con ojos enrojecidos,

Te vivo en la embriaguez.

Esta planta, al parecer siempre estuvo involucrada con procedimientos, no sólo terapéuticos sino místicos y ;aunque actualmente el uso ,ya extrapolado y menos excelso,  que suele conocerse entre las sociedades de Estados Unidos y Europa permite retomar el debate, no sin cierta mordacidad hacía grupos sociales en algún sentido marginados; que de paso utilizan una planta con casi un siglo de campañas con un bochornoso efecto mediático. Demonizan no sólo a la planta sino al usuario, señalándolo como un enajenado social que coadyuva en sentido alguno no sólo con su propia autodestrucción sino a una vorágine que arrastra a toda la sociedad consigo. Si bien el uso moderno no parece referirse a una búsqueda impetuosa, consciente y avezada de los cambios en la esfera perceptiva, la introspección, los profundos beneficios sociales y anímicos, ni las experiencias extáticas que provoca en dosis elevadas; lo cierto es que el objeto perse continua siendo el mismo sin más, tal vez mejor, y quien termina marcando la pauta ordinaria o extraordinaria, termina por ser ese alguien capaz de aportar ese «Extra» a la ecuación; un psiconauta dotado y probado en la vida misma en ese estado de exploración más o menos constante al que llamamos «sobriedad». Un individuo altamente introspectivo, que confiere por puro instinto e intuición el valor, respeto y trato que la planta merece. Así tenemos, por lo tanto, a toda una caterva aún disgregada pero uniforme en un mismo espíritu de artistas, catedráticos, científicos, y escritores; sin dejar de contar a un grupo no menos trascendental, uno que formado por oficiales de policía, amas de casa, hombres y mujeres jóvenes profesionales que utiliza de manera consciente la planta y la pone a disposición de sus vidas como un instrumento de mejora en las relaciones sociales, y el combate por vías naturales de uno de los principales males que asola nuestra sociedad, el estrés.

Más de una quinta parte de los infartos al miocardio alrededor de todo el mundo está relacionado con el estrés. El estrés es responsable ciertamente de numerosas disfunciones, no sólo en nuestro organismo sino en nuestro estado mental, desencadenando toda una seríe de condiciones mentales indeseadas como ansiedad, depresión, insomnio, ataques de pánico y neurosis.. Gracias a su mecanismo de acción cerebral el THC, principal compuesto activo de la marihuana junto a otros psicoactivos como no psicoactivos;  ha demostrado tener una relación a una menor incidencia de suicidios, violencia domestica y accidentes de tránsito, con una taza de cero muertos por sobredosis en el mundo. La acción del THC en el cerebro es poco más que interesantísima. Las neuronas del cerebro producen unas sustancias químicas, llamadas neurotransmisores, capaces de generar impulsos eléctricos que estimulan una parte de toda una red de neuronas, excitando así todo el cerebro. Las neuronas se comunican unas entre otras a traves de un sistema de diseño ON/OFF. Lo que sucede cuando entran en juego los Cannabinoides presentes en la planta, ya sea fumada o bien sea por vía oral, es que la planta inhibe esta capacidad de la neurona de detenerse, lo que resulta en una excitación de las ideas, que se ven envueltas en la inercia de una red de neuronas ( ver aquí ). Es por eso que el llamado «set and setting» prescribe unos preparativos previos al viaje; una manera de introducir conciencia en el psiconauta y una concentración guiada a ciertos temas que el psiconauta busque explorar dentro de sí mismo. Es por esto que ciertos estudios sugieren que la marihuana activa el sistema endocannabinoide, que se encuentra naturalmente en el cerebro, para cambiar nuestra respuesta a las imágenes o emociones negativas. Es por esto que muchos usuarios reportan una sensación generalizada de bienestar y una ausencia progresiva de episodios depresivos; así como una superación de los traumas del pasado con el paso del tiempo.

En cierta ocasión escuché la historia de una anciana que en sus últimos años de vida se veía aquejada de los males que suelen acompañar al deterioro generalizado del cuerpo, producto mismo de la vejez; lo cual solía llevar a la anciana a ataques de todo tipo de mal humor. Uno de sus nietos al verla aquejada decide administrarle por vía oral infusiones hechas con la planta de cannabis. Esa misma tarde logra observar que la abuela no sólo ha logrado concebir el sueño si no que su apetito regresa. Sentados a la mesa se da cuenta de que la anciana, que se encuentra particularmente elocuente, se remite a numerosos recuerdos de su niñez, no sin cierta alegre nostalgia por los años mozos, viejos amores y tristezas con la entrañable caricia ojos aún jóvenes en su mirada.

Lo interesante, aunque no lo parezca, el baile hierba-mente en el caso de la marihuana, mueve las estructuras de captación del universo perceptible, aporta una neo-referencia  al modelo de procesamiento de la información sensorial. Un pensamiento no es un evento puntual, es parte de un todo. El acceso a espacios recónditos e intransitados de nuestra conciencia modificada por el THC, libera el entorno espacio temporal amplificando la información que captan nuestros sentidos. Por eso algunas personas sensibles se pueden encontrar con episodios depresivos y ansiedad (malos viajes) producto de la intromisión de una idea que estimula todo el bagaje de recuerdos y emociones vinculados a la misma. Algunos psiconautas expertos, Chamanes y psicólogos desencadenan estos estados violentos a voluntad, con la intensión de sacar de manera brusca traumas del pasado, malas experiencias aún no superadas, y guiar al paciente bajo los efectos del cannabis a enfrentar cara a cara estos problemas; produciendo así un escenario catártico y liberador en el que la persona alcanza una sanidad interna, a veces lenta, pero siempre progresiva.

De los llamados viajes, las diferencias entre los efectos de las distintas variedades de la mariuana y la diferenciación de cada viaje según el estado inicial del viajero, son la razón de las dificultades que explican los usuarios para reinterpretar o traducir las experiencias una vez aterrizan en la llamada sobriedad. Durante el viaje, un mismo objeto puede ser «comprendido» desde distintas perspectivas que cohabitan en la mente del viajero; la nueva lectura orquestada por una atmosfera nueva. Una nueva visión de las cosas crean una nueva estructura mental, como bien diría Einstein:

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Ha quedado claro que durante siglos, milenios incluso, esta planta ha actuado como un potente expansor de la conciencia. En el libro bíblico del Éxodo se relata como se ungía con un aceite para que entraran en contacto con los dioses. Con él se empapó al mismo Jesucristo, este aceite llamado Kaneh Bosem (las palabras Kaneh y Bosem se fueron fundiendo en una con el paso del tiempo: Kanabos o Kannabus; la raiz etimológica del actual vocablo Cannabis).

Entonces, por qué una planta con tan antigua tradición y usos, no sólo terapéuticos o espirituales sino industriales (a partir de ella se pueden generar desde combustibles y aceites comestibles, hasta ropa y todo tipo de telas, pasando por cuerdas y, por supuesto, papel), se vería afectada por una prohibición improvisada y arbitraria. Al parecer la planta de Cannabis perjudicaba los intereses corporativos de las industrias y los principales laboratorios farmacéuticos; corporaciones que ya a principios del siglo XX empezaban a hacerse con el control de una buena parte del planeta. Casi un siglo de desinformación orquestada con todos los instrumentos mediáticos disponibles no han frenado el resurgimiento de una conciencia diferida de la planta. El nacimiento de las redes sociales y el tráfico libre de información no controlada ha permitido la apertura al intercambio de ideas y experiencias, creando un retrato muy distinto en la conciencia popular respecto al que pudo haber existido hace a penas unas décadas.

En pleno siglo XXI, después del experimento social de todo tipo de ideologías en una busqueda colectiva del hombre, la humanidad se desprende poco a poco de todo atisbo de atadura mental, de limitaciones, de cualquier forma de esclavitud que devenga de la ignorancia y la represión, la religiosidad dogmática y atávica, la coerción mental inducida por los juicios de una sociedad represiva en donde quienes sean que saquen la cabeza por encima de la media tiene que ser castigado en haras del buen orden y funcionamiento de unas sociedades enajenadas y atrapadas bajo la rueda de la rutina. Máquinas sin alma que acuden eficientemente al cumpliemtos de sus deberes. Piezas deshechables del engranaje que mueve las entrañas de este ser metálico, hecho de piedra y polvo que se erigen como nuestras ciudades. Rejas de concreto que sólo enjaulan el libre albredrío de nuestras ideas; a eso hay que temerle.

Los hombres y mujeres que caminan a la sombra de la civilización han empezado a buscar de nuevo las llanuras y la inmensidad del horizonte. Intuyen que han perdido algo, y olvidando las religiones empiezan a hacerse más espirituales. La reconciliación de los hombres con su interior develan ante él un mundo cuya amenaza nos remite a la disyuntiva que supone unas vidas finitas, con el anhelo puro de caminar el infinito. El regreso al dialogo de los hombres con las plantas, con los espíritus que yacen en los bosques, y allí en las cosas pequeñas lo están llevando a saludar la marihuana, el peyote, la ayahuasca, cactus de san pedro, hongos psilocibes, Salvia divinorum, a la Amanita muscaria y a la pequeña Alicia con todo su repertorio de puertas a otros estados de la conciencia. Si bien son reales o no las visiones y dioses que vemos en las fronteras de nuestra percepción; las serpientes y las luces con sus cantos de sirena invitándonos a sumergirnos en el cosmos de una mente sin las ataduras de la sobriedad, persiguiendo al conejo blanco; la acción psicoactiva de la marihuana puede ser un canal de investigación de la mente y más aún, del componente mental como protagonista de la realidad.